sábado, 13 de enero de 2018

Palabra sobre palabra

Hay libros que te acompañan buena parte de la vida. Hay libros que te transforman y que, en cierto modo, también ellos se van transformando según nuestras circunstancias. Hay libros a los que dedicas tardes enteras y otros que, muy manoseados ya, abres un par de minutos, entre un quehacer y otro, para leer un fragmento, para atrapar un par de versos que sabes que te aliviarán de muchas cosas. 'Palabra sobre palabra', de Ángel González, es uno de esos libros. 
Tendría unos veintipocos años, había quedado con mi amiga Lidia, que por entonces trabajaba en la librería Ojanguren, para ir al teatro. Vimos la obra, luego cenamos y, como era habitual en aquellos tiempos, terminamos tomando una copa (supongo que alguna más) en La Santa. Allí, acodados en aquella barra (seguro que Yolanda vigilaba al fondo con su eterno cigarrillo y su pañuelo de colores), mi amiga, que siempre ha sido una mujer tan generosa como divertida, sacó del bolso un ejemplar del libro de Ángel González y me lo regaló. No era nuevo, dijo que se trataba del que ella había leído, pero que sabía que aquel libro iba a ser imprescindible para mí. Al día siguiente, cuando me puse a leerlo, descubrí una foto de mi amiga en el interior del libro. Estaba en un tren, la cara apoyada en la ventanilla, la mañana luminosa, los ojos muy azules y muy inquietos (siguen siendo así). Ella seguro que no sabía que aquella foto estaba allí. El libro se hizo imprescindible para mí, como ella había apuntado. Nunca le devolví la fotografía. La tengo ahí, con el libro. Y siempre que la veo recuerdo aquella noche. Nuestra juventud. La piel antes de las heridas. La vida antes del vértigo y la brecha. Todas esas palabras que se han ido transformando según he ido cumpliendo años. Palabra sobre palabra: cada mañana, cada noche. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario