lunes, 15 de mayo de 2017

La textura del deseo

Este artículo fue publicado en la revista digital LaEscena

María Tena debutó en la literatura con una novela absolutamente deliciosa, 'Tenemos que vernos'. Fue en el 2003 y quedó semifinalista del Herralde. Después, publicó un par de novelas más: 'Todavía tú', también semifinalista del Herralde, y 'La fragilidad de las panteras', finalista del Premio Primavera 2010. Desde entonces, quienes seguimos esa trayectoria, esperábamos con ganas su nuevo trabajo, galardonado con el Premio Málaga de novela del año pasado. Y aquí está, 'El novio chino', su cuarta novela. 
Se trata de una novela llena de sutilezas, de insinuaciones, de hechos que se traslucen tanto con palabras como con silencios. Tena ha logrado depurar el lenguaje hasta quedar con lo preciso, lo que cuenta, lo que importa. Lo esencial. Las palabras que sirven para definir el pasado de esos dos hombres tan diferentes en todo (edad, procedencia, formación cultural...) y los silencios que ayudan a comprender cada una de sus posiciones vitales, de sus problemas, de sus respectivos cansancios. Ahí, en ese contraste, se mueve esta espléndida novela. Hay saltos atrás en el tiempo, perfectamente insertados en la narración, que descifran el carácter de sus protagonistas. Cómo y de qué manera han llegado hasta aquí, hasta ese momento en el que, después de la atracción inicial, comparten sus vidas. Y todo lo que eso conlleva. El conocimientos de los cuerpos. El contraste entre Oriente y Occidente. Y el contraste entre dos personas que vienen de mundos tan diferentes, tan alejados, tan contrapuestos. Y la fascinación, claro, que surge en medio de esos contrastes. 
Se sugiere más que se muestra. Y cuando algo se muestra -una mañana festiva en la cama, por ejemplo: un detalle aparentemente tan insignificante que puede explicar tantas cosas-, se hace con tanta sutileza que el deseo se adueña por completo de esos párrafos, de esas páginas, convertido en una especie de personaje más. Personaje atento, silencioso, que se mueve entre los cuerpos, entre las pieles de estos dos hombres, de un modo casi invisible pero contundente, definitivo. Pocas cosas hay más poderosas que el deseo como nos dejó claro Marguerite Duras a lo largo de su extensa, compleja y fascinante obra. La textura de aquel deseo, siempre presente en nuestras (re)lecturas.
La textura del deseo, también aquí, en esta más que recomendable novela de María Tena, la cuarta. Sobre eso, el deseo y su textura, y sobre la condición humana, siempre tan compleja, tan variable, tan extraña. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario