viernes, 27 de enero de 2017

Carmen

Hace un año que murió Carmen. Me lo recuerda este invento. Aunque tampoco hace falta que así sea, ya que nos acordamos de ella cada vez que tomamos un vino en alguno de los bares de los alrededores de casa, que eran los mismos bares que ella frecuentaba. Aún puedo oír su optimismo y su risa contagiosa, y ver el estilazo que se gastaba sentada en alguna terraza, con su melena rubia, su copa de vino y su eterno cigarrillo. A veces, si os soy sincero, pienso que si me doy la vuelta puedo encontrarla allí, como entonces, como siempre, preguntándome por mi madre o por mi nuevo libro. Manejando palabras, risas y aquellos pañuelos largos y alegres que usaba y que el viento movía a su antojo. Carmen era una figura imprescindible de este barrio. Por eso, y por ser la estupenda señora que era, muchos seguimos recordándola. Habrá que salir hoy a tomar ese vino y encontrarse con el eco de aquella voz, de aquel tiempo, tan presente aún. 

miércoles, 25 de enero de 2017

Loving

No he querido ver la investidura de Trump, ¿para qué? He optado por meterme en un cine. 

'Loving'. Por la temática podría ser uno de esos telefilmes de sobremesa con los que la gente se duerme, pero no lo es. El amor (basado en una historia real) de una pareja formada por un hombre blanco y una mujer negra en la América profunda de los 50. Es una película de miradas y silencios, con una sutil dirección de Jeff Nichols y dos memorables interpretaciones de Ruth Negga y Joel Edgerton (promete mucho la carrera de este camaleónico actor). No por conocida, la historia deja de conmover ni de enfurecernos esas tremendas injusticias del sistema y de la propia vida (me refiero al final de la historia de la pareja). Hay mucho donde elegir ahora mismo en la cartelera. 'Loving' merece la pena. Más que la investidura, eso seguro.   

Misantropía

Tengo escrito que, para mí, la auténtica decadencia en la que vivimos empezó cuando comenzaron a derribar cines a diestro y siniestro para construir supermercados y gimnasios. Estos días, después de leer que Paquirrín tiene un doble disco de oro, creo que ya no hay retorno posible. O ya no lo verán nuestros cansados ojos. 
Y sólo puedo pensar en una cosa: en toda esa gente con verdadero talento que se pudre en cualquier cuneta, haciendo hamburguesas por tres miserables duros o viviendo en casa de sus padres con 40 años. 
Definitivamente, la misantropía va a ser el mejor plan.  

viernes, 20 de enero de 2017

Adiós

Fuimos felices a trompicones, como lo son las parejas que no están destinadas a permanecer mucho tiempo juntas. Entre unas batallas y otras, dos años duró nuestro camino en común, hace ahora casi veinte. Jóvenes, inexpertos, inmaduros, alocados. Un poco perdidos en la inmensidad de este mundo y sus complejidades. Un poco perdidos, y ya está. Como todos los jóvenes, inexpertos, inmaduros y alocados, imagino. No vamos a buscar ahora las razones que no quisimos (o no supimos) hallar entonces. La vida, a su modo, se escribe sola. Nosotros hacemos trazos y señales, buscamos huellas y abrazos, dibujamos historias y proyectos. Siempre náufragos. La vida, a su modo, se escribe sola, sencillamente. Y con los años, el rencor deja de tener sentido. Por algo peinamos canas y se arremolinan sin piedad arrugas cerca de nuestros ojos (cansados, alegres, risueños o fatigados). 
Acabo de enterarme de su muerte. Y lo siento de veras. No es justo que una persona se muera con 52 años. Pero somos eso, náufragos, por mucho que nos envalentonemos, por mucho que tratemos de olvidarlo. Y la vida, con trazo más bien grueso, siempre tiene la última palabra. 

martes, 17 de enero de 2017

El frío

El frío, el frío. Todo el mundo hablando de lo mismo. En la calle, en las tiendas, en los cafés, en los ascensores, en las redes... Qué cansancio. Pienso en el frío y pienso en ese hombre que duerme en el Parque de Invierno, debajo de un árbol, tapado con plásticos y mantas viejas. O en los refugiados. En todas esas personas que tienen que huir de su tierra y en esas otras que duermen a la intemperie, sea cual sea su país. Eso sí es sentir frío, y por partida doble. Si estamos en invierno, ¿qué queremos? El frío es lo que corresponde. Te buscas una buena manta, te tomas un colacao bien caliente o tres vinos, y ya no hay frío que valga. 

martes, 10 de enero de 2017

Sobre la escritura

A veces, algún periodista o alguna lectora curiosa, me pregunta cuándo voy a escribir otra novela. Siempre respondo con sinceridad: no lo sé. La novela, al menos para mí, tiene que surgir de algún modo: de una imagen, de unos personajes que se van formando en tu cabeza, para luego desarrollar una historia convincente. Algunas personas me sugieren que escriba una segunda parte de 'El tiempo que vendrá'. No lo voy a hacer. He escrito dos novelas muy diferentes entre sí y la tercera -si llega- espero que no se parezca a ninguna de las dos. Aunque, al estar llena aquella primera novela de grandes connotaciones autobiográficas, algunos personas aparecen en mi diario, sin esconderse detrás de ningún personaje, abiertamente. Y no, no voy a escribir más (de momento, al menos), aunque pudiese hacerlo (las anécdotas más terribles no están contadas en el libro), del acoso escolar que sufrí. Es un tema demasiado doloroso ahora mismo para mí. Quizá me estoy haciendo mayor y me invada una especie de pudor o de fragilidad por los acontecimientos vividos en los últimos tiempos. 
Agradezco, tanto a los periodistas que me entrevistan como a los lectores, su interés y sus propuestas. De todo tomo buena nota. El diario saldrá en breve, como ya he anunciado. Mientras tanto, seguiré escribiendo cuentos, que es un género que me apasiona. Como lector y como escritor. 

lunes, 9 de enero de 2017

John Berger, una aproximación

Este artículo fue publicado en la revista LaEscena

Voces, silencios, rasguños. Gente que pasa fatigas, que danza frente al fuego o que agarra una vieja maleta heredada para irse a la ciudad. Gente que bebe vino y come naranjas y que se sigue amando, y gente que, aún perdida la ilusión, intenta conservar como un desafío la dignidad. Ahí está, otra palabra clave de la obra de John Berger: dignidad. Voces, silencios, rasguños y dignidad. Si hubiese que resumir su obra con el tamaño de una bolsa, ésas serían las palabras más adecuadas. Luego vendrían palabras más ampulosas: poeta, novelista, autor de libros inclasificables, crítico de arte, pintor, guionista... Pero la esencia de su inmensa literatura está en aquellas otras cuatro: Voces, silencios, rasguños, dignidad. Cuatro palabras en las que, bien mirado, cabe todo lo que un escritor decente quiere expresar. Desde ahí, se pueden construir todas las historias, atravesar todos los puentes, tender todas las manos, observar los tejados y los cielos de la ciudad desde la que se escribe y todas las ciudades del mundo donde, desde un simple mercadillo, se pudo analizar el comportamiento de los hombres sencillos, de las mujeres que vendían pimentón dulce o picante, o de los niños que correteaban por las plazas sombrías, ajenos aún a las pérdidas, a la lucha, a los peligros, a la intemperie. Ajenos aún a ese devenir del tiempo que convierte la piel suave en piel rugosa y surcada de arrugas, la inocencia en conocimiento, la viveza de unos ojos brillantes en ojos sabios y, finalmente, cansados. 
Se ha muerto John Berger. Tenía 90 años. Nos queda su extensa obra. Y esa fotografía, tomada en su estudio en octubre del año pasado, donde un anciano hermoso aparece rodeado de luz, lápices, cuadernos y libros. Y a su espaldas, el jardín, donde la vida se desparrama a su aire, como siempre. Independientemente del oficio de cada uno, creo que ese hombre de 90 años que aún mira con viveza e inquietud a la cámara es el hombre al que muchos nos gustaría parecernos cuando vayamos haciéndonos viejos.