jueves, 10 de noviembre de 2016

Una historia real

Esta historia es rigurosamente cierta. Sucedió ayer, en Oviedo, alrededor de las diez de la mañana.

Mi madre y yo, después del pequeño paseo, estamos tomando un café en una terraza. Aprovechamos esos breves rayos de sol que van y vienen: meros espejismos. A nuestro lado, tres chicas. Toman café, fuman, hablan, ríen. Tienen entre cuarenta y cincuenta años. No parece que tengan prisa. Desde donde estamos situados, puede verse la enorme televisión del interior del local. En ella, el (inevitable) careto de Trump: ese hombre, ese pelo, ese bronceado (o lo que sea eso), esa actitud. Una de ellas, dice que quedó planchada cuando se levantó y vio en la televisión los resultados de las elecciones americanas. Otra asiente con la cabeza y dice que menudo plan, que qué vergüenza. La tercera en cuestión, quizá la más joven de las tres, dice que ella está muy contenta con los resultados. Las otras dos la miran con cara de sorpresa. Chica, ¡cómo dices eso!, exclama una de ellas. Yo no quería a Hillary, replica. ¿Por qué?, preguntan casi al unísono las otras. Porque no quiero que una mujer sea presidenta. Así de claro y contundente lo tiene y lo expresa. Las otras no sé qué dicen, pero desconecto, ya he tenido suficiente.  
Viendo lo visto, le digo a mi madre que la verdad es que no sé de qué nos extrañamos de que pase todo lo que está pasando. Y lo que estará por venir.   

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