domingo, 6 de noviembre de 2016

Sam Shepard

Como no puedo dormir, me levanto, preparo café y siento la lluvia al otro lado de la ventana, que ahora mismo cae de modo torrencial. Aquí, en el estudio, el calor me reconforta. Dicen que hoy llegará el primer frío del invierno y que no tendrá piedad. No saldré de casa. Me pasaré el día trabajando. Ayer sí lo hice: salí de casa para celebrar que mi madre está viva, ¿qué te parece? Por eso no presté mucha atención cuando Toni Rodero me recordó que era tu cumpleaños. Veo ahora las fotos de tus mejores años y pienso en el joven que fui, también insomne, viviendo aún en otra casa, la de mis padres, que está una calle más abajo. Recuerdo a aquel muchacho medio enamorado de un tipo que vivía a miles de kilómetros de distancia (qué ingenua, la juventud) y que ayer cumplió 73 años. Que lo tenía muy crudo ya lo sabía entonces, pero qué importaba (la juventud también es atrevida). Estaban tus películas, tus fotos y tus libros, tan manoseados (ahí siguen, aunque hace tiempo que no les echo un vistazo). Y con eso era suficiente para mi inquietud. Veo ahora (sigue lloviendo y unos borrachos alborotan en la calleaquellas fotos y veo las de ahora, y pienso que el tiempo es implacable, te araña sin piedad. Aunque lo único que importa realmente es estar vivo, pero eso tú ya lo sabes igual que yo. Felicidades (con retraso), Sam.         

No hay comentarios:

Publicar un comentario