jueves, 7 de julio de 2016

Paseos con mi madre

Volvimos a conseguirlo. Ayer. Mi madre y yo. Después de muchas semanas sin poder hacerlo debido a la recaída de su enfermedad, pudimos recorrer el Parque Invierno, llegar hasta el final, tomar un café al otro lado (son varios kilómetros desde nuestra casa). Hay que ir paso a paso, poco a poco, siguiendo su ritmo. Si una cámara nos filmase por detrás reflejaría eso: una madre apoyada en el brazo de su hijo, caminando lentamente, tratando de recorrer un camino que hace tan sólo unos meses no le costaba demasiado. Un madre y un hijo, sí, desafiando a la enfermedad, enfrentándose a ella (a las enfermedades hay que enfrentarse cara a cara, día a día, sin tregua: no valen los cansancios ni los decaimientos, por muy cansados o decaídos que a veces nos podamos sentir). No es un paseo que podamos hacer todos los días (de momento), eso está claro. Pero -podéis creerme- recorrerlo ayer fue tan satisfactorio como deber ser ganar un Oscar o conseguir un empleo digno en esta dichosa ciudad. 

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