domingo, 17 de enero de 2016

Terrazas

Qué tristeza me provoca caminar por las calles de esta ciudad y no ver las terrazas en el lugar de siempre. Casi todos los bares las tienen recogidas y apiladas en un rincón, a la intemperie. Considero esta normativa, venga de donde venga, una equivocación mayúscula. Las terrazas son una seña de identidad de esta ciudad. De cualquier ciudad. Soy asiduo de ellas y en ellas, solo o acompañado, he pasado grandes momentos. Sentarte en una terraza para charlar, para leer, para ver a la gente que pasa, para descansar. Sentarte ahí y que la vida siga su curso. Las terrazas, también, como ese lugar donde encuentras la inspiración. He anotado muchos apuntes en mis cuadernos sentado en las terrazas. He escrito muchas historias. Si la crisis ya había hecho estragos en todos los rincones, ahora la decadencia es aún mayor. Esas mesas y sillas apiladas de cualquier manera, bajo la lluvia, representan a la perfección en lo que se está convirtiendo este mundo: algo triste, desangelado, sin vida, sin ánimos, sin solidaridad. Leo en el periódico que algunos camareros, debido al tema de las terrazas, ya se han quedado sin trabajo. Sinceramente, esto ya es insoportable. ¿Qué será lo próximo?   

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