miércoles, 23 de diciembre de 2015

Veintiún años

Ayer se cumplieron veintiún años de la muerte del abuelo Tomás. Aquel abuelo que siempre le compraba a mi hermana su tableta de chocolate con almendras favorita y que, cuando éramos pequeños, nos daba un billete de cien o de mil pesetas -toda una fortuna por entonces- al despedirnos de ellos hasta la semana siguiente. Aquel abuelo que de joven se parecía a Gary Cooper, que estaba muy enamorado de su mujer y que camina de su brazo en dirección al cine en uno de los relatos de mi último libro, `Corrientes de amor´. Veintiún años, casi la mitad de mi vida. Veintiún años, y aquí seguimos, abuelo, enfrentándonos a todo esto como sabemos, como podemos. Como, seguramente, hiciste tú, en aquel tiempo en el que te parecías a Cary Cooper y en el que vino después, tan presente aún en nuestro recorrido.

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