miércoles, 2 de diciembre de 2015

Otro apunte sobre la muerte

Esta mañana, de sopetón, me entero de la muerte de la madre de una amiga. Veníamos, mi madre y yo, de dar un largo paseo y, al entrar en un café, nos encontramos con mi amiga y con la noticia. Qué decir en esos momentos. Sobran las palabras, creo. Un gesto de apoyo, de afecto: una mano en un hombro, un beso. Y ya está. Sigo sin entender la muerte, sin entenderla en absoluto, como apuntaba aquí el otro día a propósito del sufrimiento de Francesca (está mejor, aún recuperándose lentamente). Y la vida continúa, y lo único que podemos hacer es vivir los días, el momento. Aprovechar esos paseos, esos cafés. Aprovechar las horas: todas ellas. Todo el tiempo, por insignificante que (a ratos) nos pueda parecer. Y no pensar demasiado. No es tarea sencilla.     

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