domingo, 29 de noviembre de 2015

Un sueño

Anoche soñé que íbamos al cine. A los Clarín, aquellos cines que tenían tres salas y en los que pasé muchísimas horas de mi adolescencia y juventud. Los cerraron hace unos cuantos años  y en su lugar pusieron un supermercado Día al que nunca entro, aunque esté cerca de nuestra casa, por respeto y por tristeza. Por pena. Por rabia. Ya entonces, a pesar de que la crisis llegaría más tarde, de que ese supermercado sustituyera a los cines, me pareció que era una metáfora de la decadencia que se avecinaba. La (absoluta) decadencia que hoy impera. En mi sueño, entrábamos claramente en una de las salas, la 3, la más pequeña, mi preferida. Sentados en aquellas butacas de desgastado color rojo, veíamos una película de Marcia Gay Harden (no supe, en el sueño, reconocer la película: quizá se trataba de una película que no existía más allá del propio sueño), que es una actriz que me encanta y que siempre está bien, en versión original subtitulada. No recuerdo nada más. Sólo eso: nosotros dos, en aquella sala, disfrutando de una película que parecía gustarnos. Un domingo cualquiera de invierno. Como el de hoy. Pequeñas ráfagas de felicidad. Tan reales, tan fugaces. Tan reales o tan fugaces como algunos sueños. Como este sueño sobre el que ahora escribo.

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