miércoles, 3 de junio de 2015

The first time ever I saw your face

Ésta ha sido nuestra última noche aquí. Ha llegado la hora. Nos vamos ya. Hace ocho años comenzamos a bailar en esta casa. Y ahora la dejamos atrás. Con un poco de nostalgia (seré sincero) y con mucha ilusión por todo ese camino que aún nos queda por recorrer (seré optimista). El extraño viaje continúa. El extraño viaje, una vez más, como metáfora. Aquí, entre estas paredes, sucedieron muchas cosas. Cosas que se quedan entre nosotros, como es lógico. Saber que tú eras esa persona con la que siempre quise bailar es la más importante de todas ellas. Y ésta sí puedo escribirla. Lo supe aquí, hace ocho años. Lo supe desde aquella primera noche, en realidad. Noche que destaca poderosamente entre todas aquellas noches borrosas, divertidas, interminables, lejanas: las noches que precedieron a la noche en la que te conocí. Lo supe la primera vez que vi tu cara, como susurra el bueno de Johnny Cash. La primera vez que besé tu boca, lenguas y alcoholes que se deshacían, y así lo escribí en aquella novela -`El tiempo que vendrá´-, la primera. No importan los escenarios. Importan las personas, como le dije un día a alguien que ya no está en nuestras vidas y que sólo es un puñado de palabras -palabras como cenizas- en un poema. Sigo pensando lo mismo sobre los escenarios y las personas. Amar una cara es amar un alma, dice Thomas Mann. Por eso escribo esto, que no sé si es otro poema o un apunte ligero de despedida. Ha llegado la hora, sí. Me voy. Nos vamos. Pero creo que atrás no se queda nada. Sólo estas paredes, ahora vacías. Sólo otra ventana cerrada. El resto viene con nosotros. Apenas necesitamos más equipaje.

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