lunes, 9 de diciembre de 2013

Todas las abuelas son iguales

Todas las abuelas son iguales. O casi todas. De Mieres a Tokio. Si hace unos meses hablábamos de otra abuela de cine, la de la película coreana "Poetry", de aquella mujer que cuidaba de su nieto y trataba de escribir poesía, hoy toca hacerlo de la abuela de la excelente película "Una familia de Tokio", de Yôji Yamada. No desvelo nada si cuento que, en un momento dado de la película, la matriarca de la familia, que ha viajado junto a su marido desde el pequeño pueblo en el que viven hasta Tokio para visitar a sus hijos y nietos, confiesa a su marido que en la maleta lleva consigo uno de los delantales que utiliza habitualmente. Ni corta ni perezosa, en medio de ese viaje que no está resultando tan grato ni entretenido como imaginaban -ahí está otro de los grandes temas de esta película: el estorbo que supone en algunas familias la visita de los mayores, la descarada manera en que los hijos intentan deshacerse de ellos, el modo en que los arrinconan a su conveniencia y no los integran en sus vidas cotidianas, en sus problemas o alegrías, aunque se trate de una visita de lo más breve-, decide ponérselo para ordenar la casa de uno de sus hijos, el pequeño, y hacerle la colada. No puede (ni quiere) evitarlo. He ahí un prototipo de abuela. El de toda una generación. Y haciéndolo, revolviendo por el diminuto apartamento de su hijo, descubrirá algunas cosas, algunos secretos. Descubre algo que desconocía hasta entonces y se queda más aliviada por el propio futuro del chaval. No le hace falta fisgonear o revolver entre los papeles o los bolsillos de los pantalones de su hijo pequeño para desvelar el misterio. Simplemente, hablar. Hablar con él y con su novia. Compartiendo un cuenco de sopa recién hecha y una taza de té caliente. Eso es todo. Y es más que suficiente.  
Sin ser el personaje central (hablaríamos más bien de una película coral, donde todos se ajustan perfectamente a sus personajes), la matriarca es una presencia tan grande e importante en esta película llena de silencios e imágenes inolvidables (¡esa escena del anciano matrimonio, en el hotel en el que les obligaron a instalarse sus hijos, contemplando las luces de la noche, la inmensidad y los destellos de la ciudad, ajenos al sueño!) que se queda en nuestra memoria tiempo después de haberla visto. Tal es la fuerza del personaje y de la actriz que lo interpreta, Kazuko Yoshiyuki. Y así, contundente, resulta también la capacidad que tenemos de asociar a esa abuela con nuestras abuelas. No importan los países, no importan los idiomas, no importan las diferentes culturas. Estamos hablando de sentimientos, de miradas, de inteligencia, de sabiduría, de maneras de estar y de ser. Todo lo que transmite esta mujer y que asociamos, inevitablemente, con aquella mujer de nuestra infancia. Esa abuela que, casi siempre, se fue demasiado pronto. Cada espectador, pensará rápidamente en ella, en su abuela. Es la capacidad de evocación que tienen las buenas historias. Y ésta, "Una familia en Tokio" (Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid), lo es. Una buena historia. Con sus silencios e imágenes inolvidables. Con su sabiduría y su (inevitable) poso amargo. Con la grandeza y la miseria que supone vivir. En Mieres o en Tokio.

2 comentarios:

  1. Bueno, allá vamos, me cuesta un poco porque como nunca discrepamos.
    En mi opinión la película no reivindica a las abuelas, aunque tú como siempre y muy bien haces, traigas a la palestra a todas ellas. Si te fijas la relación de la abuela con los niños es apenas tangencial.
    La actriz que para mi es la protagonista porque aunque es una peli coral como tú muy bien apuntas (y los papeles del yerno, que se sale y de las nueras o de los vecinos son muy importantes) la acción gira entorno a ella y a su papel como madre. Ella es la voz de su esposo en su relación con los hijos. Ella es la que siempre media. La que siempre intenta ver el lado positivo de las cosas, incluso cuando están en el hotel viendo la noria. Ella es la que disculpa, perdona, enmienda. Ella es la sonrisa, frente al gesto de su esposo. La elegancia con su kimono. Ella es el silencio detrás de él. Ella es la que se preocupa de saber cuál es el futuro de su hijo pequeño. Ella es la que una vez que sabe que su pequeño está a salvo puede descansar.
    Yo creo que toda la peli pivota entorno a ella. Su relación con su esposo, con sus hijos, con la pequeña Suki (o Suri) (vaya con los nombres orientales)
    Luego los planos tan bien traídos donde se hace el silencio, las habitaciones, la noria, el mar... Reivindica el concepto tradicional de la familia y la tranquilidad, frente al agobio y las prisas de Tokio... pero es un mensaje universal que podemos traer aquí ahora mismo.
    Bueno la peli es muy larga, pero a mi no se me hizo tanto, que era lo que más me echaba para atrás.
    El padre está espléndido: cuando confiesa a su amigo que no tiene ningún motivo para sentirse orgulloso porque no ha sido capaz de sembrar el amor por su pueblo y todos sus hijos se han ido; cuando al final les dice que no se hable más. Cuando habla con su futura nuera y la niña tan contenida hasta ese momento, se derrumba.
    Al final el hombre reconoce en su hijo a su esposa (buff ya estoy llorando otra vez) y resulta que lo que él creía que le hacía débil, le hace grande. Ve en el chaval el reflejo de su madre y sabe que no lo han hecho tan mal.
    Ayer, pensaba escribir tres puntos:
    1. lo importante es la madre, no la abuela
    2. que asquerosamente egoístas hasta el ridículo somos los hijos
    3. que tremendamente generosos pueden ser los padres..
    Buff, no sigo porque entonces no voy a poder seguir trabajando.
    El reflejo de la cultura japonesa, tan respetuosos pero tan fríos. Hubo un tiempo en el que ante la enfermedad de una chica joven conocida, me plantee cosas. Si me dijeran hoy que me quedaba un año de vida, una de las cosas que haría inaplazables en viajar a Japón, desde ayer sé que con un año de vida o media vida por delante entre las cosas que tengo que hacer sí o sí es viajar a Japón.
    Un beso Ovidio

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  2. ahhhh, y eso no tiene nada que ver con la peli. Resulta que sigo un programa de novias en Divinity (si, soy débil que voy a hacer) es un programa donde las novias van a buscar su vestido y muchas de ellas van con sus abuelas. Siempre, cada sábado, mientras mi padre está flipado con que su hija pueda ver ese programa le digo: "Papá, mira que cabronas son estas abuelas que quieren que sus nietas llevan el vestido que les gusta a ellas, a güelita le hubiera gustado cualquier vestido que yo me pusiera, si a mi me gustaba" Decididamente y a la luz de ese programa, no todas las abuelas son iguales.

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