viernes, 27 de diciembre de 2013

Palabras de amor

Serrat cumple hoy setenta años. Me imagino que como a la mayoría de la gente, sus canciones siempre han estado asociadas a momentos destacados de nuestras vidas. Cuando un amor no nos correspondía; cuando una relación de amor o de amistad se terminaba; cuando un ser querido se iba; cuando estábamos nostálgicos sin un motivo concreto; cuando no nos apetecía ir a clase; cuando las infecciones de garganta volvían a hacerse presentes; cuando viajábamos a otra ciudad -ah, el adolescente solitario- para leer un libro delante del mar, que no era el Mediterráneo de su canción -ése nos tocaba por el verano: el mismo mar de todos los veranos- pero qué importaba. Retazos de un tiempo que nos conforma pero que se ha ido quedando atrás, como tantas otras cosas. Sin embargo, sus canciones permanecen. Y lo hacen porque son clásicos indiscutibles. Canciones que a veces llegaban a nuestros oídos a través de las ventanas abiertas, por las escaleras del edificio donde vivían los abuelos o en nuestra propia habitación desde aquellos vinilos que conservamos como oro en paño. "En bragas leíamos a Colette y al anochecer salíamos a besar a los extraños", dice Blanca Riestra en su último y espléndido libro, "Pregúntale al bosque" (Pre-textos). Si cambiamos esas bragas por cualquier otra prenda y a Colette por Marguerite Duras (por decir), ahí estaba yo. Salíamos a besar a los extraños, sí, y después, al día siguiente, poníamos los discos de Serrat. Aquella voz nos reconfortaba. La melancolía de alguna de sus canciones nos hacía olvidar aquellas otras, las nuestras. Hasta que, como Blanca Riestra, volviésemos de nuevo a besar a los extraños. Hasta que uno de aquellos extraños dejase de serlo.
Si tuviera que escoger una sola de sus canciones, no sabría con cuál quedarme. Su repertorio es tan extenso, tan rico y variado que supondría un verdadero problema. ¿Para qué escoger? Cada una de sus canciones va asociada a un estado de ánimo, a una copa de vino, a una conversación, a un momento, a cientos de momentos. Es lo que tienen los clásicos. Las canciones que permanecen, que le ganan el pulso al tiempo. Me estremece "Mediterráneo" (también la versión que hizo Lolita para la película "Rencor", con esa voz suya tan honda y característica), "Palabras de amor", "Cantares"... Qué sé yo. Son tantas. Cincuenta años de esos setenta dedicado a la música dan para mucho. Para mucha genialidad en su caso. Golpe a golpe, verso a verso. Como vamos todos componiendo toda esta complicación. Lo raro, sí, que es vivir. Que sigue siendo. Y, viendo lo visto, lo que nos espera. Pero no quiero hablar hoy de cosas negativas. Porque hablando de Serrat sólo se puede hablar de poesía. De esa poesía que está en la vida cotidiana y que él ha sabido rescatar tan sabiamente para ponerle música. Para ponerle un poco de sentido a nuestros desbarajustes. Y a la sinrazón de algunos.
Palabras de amor. Son las únicas que se le pueden dedicar a Serrat. No creo que nadie piense lo contrario.

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