lunes, 2 de diciembre de 2013

El segundo sexo

La educación de la mujer durante el franquismo, el modelo femenino ideado desde la Falange para la Sección Femenina, las consecuencias de todo ello. "El manual de la buena esposa". La otra noche, con el teatro abarrotado, en el Filarmónica. No está mal recordar todo eso. Más aún en estos tiempos, los de "Cásate y sé sumisa" y "Cincuenta sombras de Grey", que no es exactamente lo mismo pero casi. En estos tiempos en los que la violencia de género sigue ahí: ofreciendo cada día cifras espeluznantes, datos escalofriantes, el miedo que no retrocede y el silencio que sigue imperando su ley en demasiados casos. Cuando el refugio -la casa, la pareja- se transforma en infierno. Ya se sabe: de aquellos barros, estos lodos. Más o menos. En tiempos de evidente retroceso en avances sociales conquistados (al aborto, sí, a eso me refiero en primer término). Un modelo de mujer muy concreto, ya inculcado desde la infancia. Doces textos, muchos cambios de ropa e imagen, y tres buenas actrices mostrando su talento sobre el escenario. Mariola Fuentes (enérgica y arrolladora), Berta Ojea (sabia, graciosa y exhibiendo el mucho oficio que tiene a sus espaldas) y Concha Delgado (entregada y divertidísima: ojo con ella, dará que hablar). Las tres recibieron por igual los merecidos aplausos de un público entregado (el púbico ovetense, siempre necesitado de buen teatro, siempre agradecido cuando la función lo merece). Una obra en clave de humor, sí, pero diciendo las cosas claramente, sin tapujos ni medias verdades. Es cierto que se podía haber utilizado un poco más de ironía, de sarcasmo y de mala leche -sobre todo, de mala leche-, pero la cosa no está mal. Deja bien claros aquellos conceptos. La censura imperante y ridícula, la represión sexual, la virginidad hasta el matrimonio, el miedo a todo lo que se saliese de lo establecido, la doble moral de la iglesia... En fin, todo eso.
Siempre hay que mirar atrás para no olvidar, para tratar de que la historia no se repita. Y siempre conviene recordar que el humor, tan importante y necesario, no oculte la cara amarga de todo aquello. Aquel rol que convertía a la mujer en una ciudadana de segunda, sin derecho a réplica o a pensamiento propio. A leer los libros que se le antojaban (Simone de Beauvoir, por ejemplo), vestir lo que le apetecía (la minifalda) o admirar a aquellos músicos -The Beatles- que vinieron a cantar, en aquel entones, a este país. Expresarse libremente, imponer su criterio, respirar a su aire: ser una persona con los mismos derechos que el hombre. No, no conviene olvidar nada de eso. No están los tiempos para dar ni el más minúsculo paso atrás. No debemos despistarnos. No es un tiempo tan alejado del nuestro.  
Por eso, porque no conviene que nos despistemos, he titulado este texto como aquella obra de Simone de Beauvoir. Porque nunca está de más recordarla: a ella, a Simone, y a su obra. La que da título a este texto y a la otra, que no es poca.

1 comentario:

  1. Suscribo " Más aún en estos tiempos, los de "Cásate y sé sumisa" y "Cincuenta sombras de Grey", que no es exactamente lo mismo pero casi..."

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