lunes, 13 de mayo de 2013

Deambulando con la melancolía

Hay noches en las que la melancolía se apodera de uno. Es una vieja sensación que, de cuando en cuando, reptando como el insomnio o la desidia, vuelve y se instala cómodamente por unas horas, sin que nadie la haya invitado. No creo que existan motivos concretos. Las cosas son así. O quizás los haya, motivos concretos, pero pienso que no importan demasiado. Supongo que el hecho de cumplir años sea uno de ellos. Ver pasar el tiempo a una velocidad de vértigo siempre asusta: la sensación de que cada vez nos va quedando menos y de que aún nos queda mucho por hacer (si nos dejan hacerlo, que esa es otra). Los engaños, las decepciones, la desaparición de toda esa gente -de nuestra vida cotidiana o del mundo del espectáculo, que vaya racha que llevamos- que nos ha ido acompañando a lo largo de todos estos años con su complicidad o su talento. En fin, supongo que todo eso, aunque no nos detengamos demasiado a pensarlo, influye para que la melancolía llegue de pronto, una noche cualquiera, no importa que sea martes o domingo, y se apodere por unas horas de nosotros. No se puede evitar. Y lo que no se puede evitar es mejor intentar hacerlo más llevadero. ¿Cómo? De la misma manera de siempre, qué remedio. Leyendo (releyendo, más bien) algo que nos gusta; recordando momentos que vividos con esa gente que, por unos motivos u otros, ya no está a nuestro lado; viendo fotos antiguas (instantes recorriendo playas o mercados, librerías o museos, cafés o calles hasta entonces desconocidas, que quedarán atrapados en nuestra memoria mientras se siga manteniendo viva: imágenes que vuelven otra vez, que nunca se han ido); escuchando música... Escuchando música, sí. Esta noche escojo esa opción. Pienso que es una de las mejores maneras de hacer más amable y llevadera esa melancolía. Refugiarse en viejos temas que nos emocionaron y que nos siguen emocionando. Músicas de muy variados y diferentes estilos. The Smiths, Leonard Cohen, Bowie, Paul Simon, Ana Belén, Chavela Vargas, Cristina Lliso... Músicas que, en todo caso, nos hacen acomodarnos en esa melancolía, acoplarnos a ella, caminar de su lado. Porque contra la melancolía es mejor no luchar. Es mejor aliarse con ella hasta que decida marcharse por su cuenta con la misma facilidad con la que llegó. Si te enfrentas a ella, la melancolía se alía con la tristeza o la desesperación y sales perdiendo irremediablemente. Ella, te pongas como te pongas, siempre termina ganando el combate. Lo bueno de cumplir años es que vas sabiendo este tipo de cosas. No se trata de resignación, sino de inteligencia. O mejor aún: de supervivencia.
Hay noches, ya digo, en que la melancolía se enreda por aquí y es mejor deambular un rato con ella. Sólo un rato.   

3 comentarios:

  1. Melancolía...últimamente me visita con frecuencia!!! Y como bien dices es mejor aliarte con ella que tratar de esquivarla.

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  2. No es mala opción la de la música, muchas de ellas, muchas canciones, componen la banda sonora de nuestra vida. La melancolía también se lleva mejor, si lo haces junto a los amigos que no se han ido porque son verdaderamente: AMIGOS.

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  3. Cuando iba leyendo tu nota-llegando casi a la mitad- pensé: ¿ A este "gurí" ( joven/chico/chaval/ niño) en ese estado no se le ocurre escuchar música? y ahí llegué a "escuchando música, escuchando música sí...." y sentí que hago lo mismo que tú, aunque los gustos musicales que tengamos sean diferentes, pues como dice Mayte cada uno de nosotros compone la "banda sonora de nuestra vida" a su manera. Como siempre, un gusto leerte. Chaucito

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