lunes, 1 de octubre de 2012

Camino de la radio

Estamos sentados en una terraza cubierta, tomando un vino, haciendo tiempo (me citaron a las once) para ir a la radio a hablar de la novela que acabo de publicar. Son las nueve y pico de la noche y ya ha oscurecido. A lo lejos, casi como el escenario de un cuento, se puede ver la Catedral, las luces y las sombras que la rodean, que la perfilan. La plaza está casi desierta, pese a ser viernes y ser un sitio de paso para dirigirse a los bares. Está sonando una canción de Nina Simone, esa cantante que también aparece en la novela: el niño y la madre escuchando su música, en la luminosa cocina de su casa, tanto tiempo atrás, aunque parezca que fue ayer. No decimos nada. Ha sido un día intenso. Algunos lectores ya empiezan a dar su opinión sobre la novela. Son opiniones positivas. Gente a la que le ha llegado lo que he escrito. Pese al cansancio, me siento muy satisfecho y emocionado. Aunque la novela tiene tramos realmente duros, como los referidos al acoso escolar, fue un tiempo feliz el que pasé escribiéndola. Cada mañana, bien temprano, sentado delante del ordenador, con la taza de café recién hecho, el silencio reconfortante y los ojos medios cerrados de Francesca a causa del sueño. Lo difícil en estos tiempos donde escasea el dinero es publicar. Me imagino que en cualquier tiempo. Pero la novela ya está ahí: al alcance de quien quiera leerla. En mi muro de facebook van apareciendo esos primeros lectores, emocionados, con su libro en la mano y con sus opiniones. Desde aquí, nuevamente, les doy las gracias a todos. No saben hasta qué punto agradezco esa alegría contagiosa, esa espontaneidad. Muchos me dicen que la leen de un tirón, que la cogen y no pueden soltarla, como hago yo mismo con aquellos libros que me interesan mucho. Ojalá sigan apareciendo muchos lectores así. Luego, en la radio, me preguntarán, entre otras cosas, sobre el éxito. Y ya en la calle, bajo una fina lluvia y un tiempo decididamente otoñal, pienso que el éxito, el verdadero, es ése. Esa emoción de los lectores, esa sincera y generosa manera de transmitir sus opiniones. Como escritor, con el trabajo ya publicado, es mi mayor satisfacción. "La vida es un lento proceso de demolición", escribió Scott Fitzgerald. Puede ser, puede ser. Aunque, a ratos, quiero pensar que ese proceso inevitable se detiene por unos instantes, sólo por unos instantes, para que disfrutemos brevemenete por aquello por lo que hemos trabajado duro. El proceso de demolición, esta noche, se ha detenido. Así lo siento, sí, mientras caminamos hacia casa, bajo esa fina lluvia que no cesa, después de la agradable charla en la radio, pensando en que ese tiempo que está por venir será mejor que el de los últimos tiempos, tan inseguros: tiene que serlo. Y pensando también que ese paseo compartido es el mejor motivo para seguir luchando y no tirar la toalla. El mejor motivo para alejar cualquier miedo que aceche.

3 comentarios:

  1. Si es verdad que hay momentos duros en la novela, otros momentos que cuentas yo ya los he oido contar a viva voz. Pero si hay algo que me parece interesante en que pongas encima de la mesa el tema del sida, creo que en los 90 nos bombardearon con ello (porque era real, estaba ahí y había que aprender a vivir con él o por lo menos, con su sombra que nos atenazaba) pero ahora tengo la impresión de que nos hemos relajado y bueno, quizás hay que hacer una llamada de atención a los más jóvenes que viven su sexualidad de una manera diferente, para que no se relajen en las prácticas responsables. Me gusta este punto, me gusta que lo pongas de nuevo de actualidad. Todo lo demás ya te lo he dicho o casi, también me gusta porque empiezas y acabas con la misma persona, Rafa, como cerrando un círculo, haciendo redondo el libro. y Fernando también me gusta mucho....

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  2. Pues yo, y sin que sirva de precedente, no puedo dar aquí una opinión, porque aún no me ha llegado el libro.

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  3. Ya he pedido el libro en mi librería... espero que llegue pronto.

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