viernes, 6 de julio de 2012

Una mujer, una cocina, cien cigarrillos y la supervivencia

Una cocina, de madrugada. Una cocina llena de los cachivaches típicos de las cocinas de toda la vida, crucifijo e imágenes de vírgenes y santos (rodeado siempre todo ello de velas encendidas) incluidos. Una mujer, en esa cocina, hablando de sus cosas, fumando sin parar, tomando café y comiendo yogures de Mercadona cuando le ataca el hambre, mientras los demás duermen y una cabra se pasea por allí. Las dificultades de la vida, los desengaños, los estragos provocados por el paso del tiempo, las constantes decepciones, las triquiñuelas -no siempre legales- que hay que invertarse cada día para encarar la vida y sobrevivir. Las trampas que hay en esas manera de reinventarse para seguir adelante, pensando que mañana puede ser otro día mejor, que casi nunca lo es. O, fugazmente, sí. Sí lo es. Cómo se aviva, ante la adversidad, la agudeza, la picardía, el instinto de supervivencia. Carmina, en "Carmina o revienta", nos lo cuenta. Carmina habla y habla, no para de hacerlo. Carmina, pese a las circunstancias, sobrevive, entre los copazos, los orfidales y el humo de los numerosos cigarrillos que fuma al cabo del día desde que empezó a hacerlo a los siete años. Carmina es brutal, arrolladora, incombustible, espectacular: una fuerza de la naturaleza, un torrente, un no parar. Una mujer que devora la cámara desde que empieza a hablar con ese vozarrón suyo. Tal es su poderío, su desenvoltura, su desparpajo, su gracia, su talento natural. Guapa y deslenguada, entre la María Jiménez más arrebatada y la Kathleen Turner actual, narra sus desventuras y las de su peculiar familia. A ratos, viendo esta película a medio camino entre el cine convencional y el documental, me vienen a la cabeza el largo monólogo de la gran Esperanza Roy en "La vida perra de Juanita Narboni", las desventuras de Divine en las películas de John Waters (¡ese excesivo momento escatológico!) o algunas escenas del cine de Almodóvar ("¿Qué he hecho yo para merecer esto?", sin ir más lejos), lo que no resulta extraño teniendo a una mujer de las características de Carmina en la pantalla. Aunque, justo es reconocerlo, las réplicas de su hija María están a la altura de su progenitora. Esa mujer que sufre y que lucha, que intenta reinventarse como sea, que ríe y que llora, y que nos hace reír y nos emociona. Porque la película -cine convencional o documental o lo que sea, qué más da: aplaudamos su valentía a la hora de distribuirse simultáneamente por Internet, DVD (a un precio muy asequible, 5,95) y salas comerciales- es ella, Carmina: en todo su esplendor y pese a la decadencia que la rodea. Carmina: sus ojos, su boca, su voz grave, sus manos... Podríamos decir que ha nacido una estrella. Esperemos que no se quede ahí, sepultada por este momento de indiscutible y justificada gloria.

1 comentario:

  1. Me has despertado las ganas de ver la película. Auguro, una tarde de domingo en el cine.

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