martes, 10 de julio de 2012

El tiempo que vendrá

Está siendo un año duro, muy duro, como para (casi) todo el mundo. Las noticias económicas, los continuos ajustes, los brutales recortes, la subida del IVA y de todo lo demás y lo que vendrá, que no parece que vaya a ser mucho mejor... Todo lo contrario. Y, particularmente, lo que nosotros (como muchos otros) tenemos encima. El tiempo de cobrar la prestación por desempleo que se va agotando (quedan seis meses), y la dichosa pregunta, si no aparece ningún trabajo, ¿qué hacemos después con nuestras vidas? Ese pensamiento agota tanto como el propio hecho de que te cierren una y otra puerta delante de las narices, caso de que lleguen a abrírtelas siquiera... Si fuesen otros tiempos, la cosa está fatal, no sé cómo acabará nuestro negocio: siempre son las mismas palabras, las mismas disculpas, y puede que no les falte razón, desde luego (cada día siguen cerrando más sitios). En otras ciudades, como vimos aquel fin de semana que estuvimos recientemente en Madrid (ése era, principalmente, el motivo del viaje), no parece que las cosas estén mucho mejor, lo que agrava aún más, si cabe, la situación. Es la misma sensación de tener las manos atadas y ver, a lo lejos, la inminente llegada del peligro sin poder hacer nada por evitarlo. El caso es estar activo, dicen, que estar al paro no significa estar parado. Y yo no lo estoy, en absoluto, como bien saben los seguidores de este blog y los que me rodean. Intento no pensar mucho en lo que vendrá después, aunque resulte inevitable. Lo intento esta mañana más que nunca. La casa está en silencio, el olor de las manzanas que compré ayer salta por la pantalla del ordenador mientras estoy escribiendo esto, se enreda con el olor del café recién hecho y me reconforta. Es el mismo olor, el de las manzanas, que había en la casa de mis abuelos paternos, en el pueblo. A mi lado, a medio hacer todavía, está la maleta. En dos días, nos vamos a la playa, a la casa que tiene mi cuñado en Vigo y que amablemente (gracias, Jon) nos ofreció para unos días. Aceptamos la propuesta de inmediato porque necesitamos, aunque sea por esos diez días, cambiar de aires, renovarnos lejos de este continuo estrés que supone el momento de continua búsqueda que estamos viviendo, el miedo por lo que puede llegar... Me voy con la satisfacción de esa novela, "El tiempo que vendrá", terminada, corregida definitivamente y entregada a la editorial. Con las ganas que me transmite la gente por leerla y con alegría que me ha dado ese primer vídeo promocional de la misma (lo podéis ver aquí, en el blog, pinchando a la derecha de esta columna, en youtube o en facebook: un vídeo sugerente, cargado de silencios y de miradas, de sonidos de fondo que te reconcilian, pese a todo, con la vida: justo lo que buscaba para definir, inicialmente, mi novela) y que es un hermoso detalle (que no olvidaré fácilmente) de mi amigo Emilio, un chico lleno de luz y de talento y de ganas de hacer muchas cosas. Y con el miedo que siempre supone publicar: ¿le gustará a la gente, conectarán con lo que yo escribí durante casi dos años de mi vida? Ah, esos nervios en el estómago... El miedo y el placer, en esta ocasión, van estrechamente unidos. Recuerdo, mientras veo esa maleta a medio terminar y Francesca me observa con cara de pena (ya va intuyendo que se quedará sola, cosa que detesta profundamente), los días previos a las vacaciones, cuando éramos pequeños y nos íbamos un mes entero a San Juan, cerca de Alicante. El follón que había por toda la casa, la algarabía, la alegría, el desorden, los armarios que se abrían y cerraban... La emoción del viaje, ya bien presente. La certeza de que nada malo nos iba a pasar al lado de nuestros padres. Las palabras de mi madre y las regañinas de mi padre porque ni mi hermana ni yo estábamos quietos ni un segundo (yo menos quieto que ella, por entonces). Esa emoción, la de los primeros viajes, está muy presente estos días, desde que decidimos hacer este viaje a Vigo. Que libros llevar, que libros dejar (siempre quiero llevarlos todos). Los cuadernos, los lápices... Todas esas cosas materiales que no importan demasiado, como sabemos cuando vamos cumpliendo años. Lo que importa, como siempre, es quien va a mi lado: su serenidad, lo que transmiten sus ojos o sus manos agarrando las mías. El apoyo para hoy y para ese tiempo que vendrá, sea como sea. Feliz verano a todos.

5 comentarios:

  1. Hay cosas inexplicables en esta vida, cosas que suceden sin más, casualidades, tal vez y de esas -de casualidades- está llena mi vida como lo estaba la de Ana en aquellos "Amantes del Círculo Polar", la misma Ana que decía “Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases. Sí, podría contar mi vida uniendo casualidades"; pues yo, igual y quizás por eso nada más recibir tu invitación a participar en el vídeo, a grabarme diciendo su título pensé en esa escena, en ese momento sin siquiera saber o imaginar lo que tras una portada desconocida en aquel momento se esconde.

    Y yo no sé si lo que leo de mí es cierto, se habla de una luz que yo muchas veces no veo pero vamos a pensar que sí, vamos a creer en esa luz y en lo que esa luz iluminó para ti un día: El Planeta; éste y el premio (quizás otro u otros) son tuyos, lo mismo que "El tiempo que vendrá". Besos Ovidio

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  2. No sé muy bien qué decirte Ovidio.Las palabras,muy pocas veces,no sirven para nada. Quisiera poder transmitirte algo de sosiego,una esperanza fundamentada,un aliento sincero.Quisiera que no vieras ese peligro que acecha y acongoja;que cambiaras de perspectiva(el tiempo que vendrá no es una mecha pegada a un cartucho de dinamita que explotará en seis meses)y que te dieras la oportunidad de pensar que todo irá mejor( el "If" de Ruyard Kipling aplicado a la cotidianidad; cuando todo a tu alrededor se derrumba y tienes las agallas de levantar la cabeza y decir "hé aquí un hombre").Vendrán tiempos mejores porque los trae la mente que así lo quiere.
    Si vas a Vigo pregunta por los "furanchos" de Arcade, y si tenéis tiempo, os sugiero una visita al atardecer a la playa de Mogor(en Marín)donde el mar se torna violeta como en ningún lugar en el mundo.¡¡Felices vacaciones!!Que nada las empañe. Un abrazote amigo.

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  3. El tiempo que vendrá será sin lugar a dudas la ventana que tanto estás esperando a que se abra.

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  4. Deja que la luz de Vigo ilumine estos días tu vida, y a la vuelta de vacaciones todo se verá distinto, ¡qué falta tengo yo también de descanso! Pronto, todo llega, también el éxito y los buenos tiempos.

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  5. palabras q evocan sin decir !!! la Duras hizo algo parecido !!! sus libros estan llenos de detalles ... lo demas esta por escribir !!! angelo desde turin

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