sábado, 12 de febrero de 2011

Vidas cruzadas

Sentada en una silla de playa sin respaldo, cubriéndose sus gruesas piernas con una desgastada manta de cuadros rojos y negros, la mujer, que no es ciega pero casi, vende cupones de la ONCE. Dos travestis mulatas se bajan de un taxi y, entre sonoras y profundas carcajadas, antes de entrar en el ambulatorio, le compran a la mujer una tira completa de esos cupones para el próximo domingo. Grupos de jubilados ociosos que ensalzan los peligrosos e irresponsables discursos de esa cadena de televisión de extrema derecha cuya máxima afición consiste en descalificar de la manera más ofensiva al que no piensa de la misma manera que la suya. Niños corriendo hacia el autobús, arrastrando sus pesadas mochilas, recogiendo de las manos de sus padres un bocadillo envuelto en papel Albal, un bollo dulce, un petisui de fresa, una manzana. En los mercadillos de El Fontán, aún sin amanecer, unas cuantas mujeres con profundas arrugas en sus ojos y expresiones de sueño y cansancio sacan de las bolsas la mercancía que traen de sus huertas: patatas, cebollas, ajos, tomates, manzanas, lechugas... Otras mujeres, entre charlas en voz muy alta, colocan sus puestos de flores. Una familia gitana muestra sus productos: él, toda una hilera de cacharros de todo tipo -relojes, pilas, planchas antiguas, muñecas sin un brazo o una pierna, utensilios para la cocina o la labranza...-; ella, pijamas y ropa interior femenina. Es la misma gitana, con idéntico moño alto pero mucho más envejecida, que lleva años gritando aquello de "braga-calidad" a toda mujer, no importa la edad, que pasa por su puesto. Corrillos de funcionarios fumando a la puerta de sus trabajos. Un chapero merodea por los alrededores, a la caza de alguna debilidad urgente. En el café, algunos hombres a mi lado, desayunando vinazo en vaso de sidra y pinchos de calamares, protestando por la ley anti-tabaco, protestando por cualquier cosa. Isabel Gemio, en la radio, empieza su programa con esta frase: "La verdad es revolucionaria". Desde un periódico, Marianne Faithfull, hablando de su nuevo disco, dice: "He estado asustada, pero ya no tengo miedo. La vida continúa y yo sigo a flote". El joven (¿joven aún?), ahora en paro, que camina por las calles y que atrapa en su cuaderno todas estas vidas. La verdad es revolucionaria. La vida continúa y yo sigo a flote.

1 comentario:

  1. Me emociona tu humanidad cuando retratas a esas personas que comparten nuestra ciudad y que casi siempre nos son invisibles.Y los mitos siempre presentes,retratos de GENTE ORDINARIA con VIDAS CRUZADAS.

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