viernes, 21 de enero de 2011

Azucena Ceñal

Vuelvo a ver la exposición de Azucena Ceñal en la sala del BBVA. Conozco a Azucena desde que era niño. Su familia y la mía vivían en el mismo edificio. Azucena -guapa, elegante, con clase y talento- pertenece a esa clase de señoras estupendas que, teniendo miles de cosas que hacer, siempre encuentra un momento para una pequeña charla, una palabra cariñosa, una sonrisa cómplice. La otra tarde, en la presentación de mi libro, Azucena me contó que, mientras los otros niños jugaban en la calle, a mí me recordaba sentado en el escalón del portal con un libro siempre en las manos. Ese recuerdo suyo me produce una gran ternura: por mi propia imagen leyendo y por el hecho de que ella conserve ese recuerdo mío de niño.
Recorro de nuevo toda la exposición, magnífica, y me detengo en "Homenaje a una ausencia", que es mi parte preferida, la más emotiva sin duda: un trabajo mayor. Es una serie de collages, rojo sobre negro, dedicada a su marido, Vicente, fallecido hace unos años. Las cartas que se escribieron, las fotografías que se hicieron, los hijos que tuvieron, los lugares donde viajaron: todo está ahí, hecho desde una contenida emoción, en una especie de intensa celebración de la vida, de lo vivido. Esa vida, su vida, ha sido un buen regalo, y ella, pese al dolor por esa pérdida, lo sabe. Eso también queda reflejado. Azucena y Vicente. Los recortes, cientos de recortes, que configuran una historia de amor, la suya, en luminoso rojo y negro, ahora recordada. La imagen del marido, Vicente, a veces se difumina en algunos collages, su rostro y su cuerpo desaparecen, se borran en lo negro, en la oscuridad. La muerte que está ahí, acechando, ay. La ausencia duele, sigue doliendo. Como lo hace en todos los seres queridos que se nos van. Muchos creadores centran su dolor en la creación. Azucena así lo ha hecho. Y ha logrado uno de sus mejores trabajos. La sensibilidad y el coraje necesarios para enfrentarse al pasado también están muy presentes. Me cuenta que uno de sus más admirados profesores dijo de ella que era la reina del collage. No sé si ese profesor habrá visto este trabajo. Sin duda, si lo ha hecho, se habrá reafirmado en su comentario. Azucena, la reina del collage, sí. Y todo lo que eso conlleva -trabajo, talento, esfuerzo, empeño y dedicación- en un lugar bien alto.

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