jueves, 30 de diciembre de 2010

Ha llovido

Ha llovido mucho desde aquella helada mañana del 2 enero de 2008 en la que llegué a esta librería, Trabe, de la que, en unas pocas horas, me iré para siempre. Puertas que se abren y otras que se cierran. Llegué con todas las ganas, con todo el entusiasmo, como es propio de mí cuando emprendo un nuevo proyecto deseado. Trabe, como librería, seguiría siendo el importante punto de referencia que había sido para la literatura asturiana y ampliaríamos el volumen de libros en castellano, hasta entonces más bien reducido. Ese era el cometido para el que se me contrató. Una librería con todo tipo de libros, con un buen fondo de Asturias y en asturiano, marca de la casa. La ubicación de la librería no era la mejor, pero ¿alguien dijo que las cosas de esta vida fueran fáciles? No, no son fáciles ni van tan veloces como, a veces, quisiésemos. Es lo que hay, afrontemos el reto. Fue Cela el que dijo aquella frase tan memorable: el que resiste, gana. Quizá no hayamos resistido lo suficiente, no lo sé. El dinero, ay, siempre manda. Y aquí, entonces, alguien dirá que se ha resistido más de lo necesario. Siempre hay opiniones para todo. Nunca se me dieron bien los números. Pienso que la librería Trabe debería seguir con sus puertas abiertas en otro rincón más vivo de la ciudad, pero ya se sabe que donde hay patrón no manda marinero, no nos engañemos.
Tres años donde, gracias a mi trabajo, conocí a escritores estupendos y gente con la que ahora, por unas razones u otras, mantengo amistad (Paquita Suárez Coalla, Miguel Barrero...), a otros escritores cuyas ínfulas son superiores a su talento, a mucha de la gente del barrio que se hicieron conmigo clientes de la librería, a muchas otras que defienden una lengua aún no oficial. Parte de esa gente venía habitualmente, con sus ganas y sus dineros en el bolso, en busca de alguna novedad, de un viejo título, de un rato de charla: Trabe, ya digo, seguía siendo el punto de referencia de esa lengua (mitad de libros en castellano y la otra, en asturiano, así como el escaparate y la distribución de la propia librería: ése era nuestro espíritu, que cada cual, libremente, elija). Otros de sus defensores desaparecieron, acaso sin recordar que cualquier lengua, oficial o no, se mantiene con dinero. Los que, de una manera u otra, nos dedicamos a la cultura no sólo vivimos de sueños. Lanzar banderas al aire, que siempre queda bonito, no es suficiente para resisitir.
Me voy, sí, de aquí. Y me llevo los gozosos momentos compartidos con mis compañeros (suerte, chicos, un placer trabajar con vosotros: decía Umbral que las mejores amistades son las que se crean en los trabajos, que no hay camaredería que una más si hay buen ambiente de trabajo, y aquí lo hubo: ilusiones compartidas, compañerismo y unas ansias importantísimas de aferrarnos a un trabajo en el que creíamos fervientemente), con la mayoría de los clientes. Tres años de mi vida, los mejores -sin duda- a nivel personal. Tres años en los que han pasado miles de cosas. Viajes, amigos, libros, risas, teatros, escritura, amor y reivindicaciones: de lo que se compone mi vida. Ciudades visitadas en la mejor compañía, que me han dado otra perspectiva del mundo. Esa perspectiva a la que sé que ahora debo aferrarme para no olvidar que esos otros mundos pueden estar ahí, al alcance de la mano, y que, de hecho, están. Feliz año nuevo a todos.

2 comentarios:

  1. El viaje continúa y los viajes siempre sorprenden.
    Que tengas un feliz camino en este año nuevo.
    Maru

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  2. tu talento y tu valía harán que el viaje se reinicie pronto y en un mejor barco
    pili

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