Siempre lo he dicho (desde mis tiempos de librero y también con anterioridad): me parece muy difícil escribir (bien) para el público infantil y juvenil. Hay que buscar palabras claras, sencillas, precisas, y conformar con ellas algo ingenioso, con fondo y cierta originalidad. No vale hacer el tonto porque ese público, el infantil y juvenil, no lo es en absoluto. No todo vale. Hay que buscar -como en cualquier género literario- la palabra exacta, equilibrar emoción y mensaje, huir del discurso resabiado, manido o previsible. Hay que buscar la palabra exacta para mantener la atención de quien se acerca al libro. O lo acerca a los más pequeños de la casa. María Rosa Serdio compone con equilibrio unos poemas inteligentes que hacen pensar y plantearse muchos asuntos esenciales de la vida. Un ejemplo: "¿Dónde guarda el hombre/ su calma o dolor?". Las ilustraciones de Ester Sánchez que acompañan sus palabras se salen del tópico y el estereotipo. Y ambas conforman este libro de versos e impecable edición. Lo publica Pintar-Pintar y hoy -Día del libro Infantil y Juvenil- es un día tan bueno como cualquier otro para acercarse a él. Para acercárselo a él, a ella. Para hacerse preguntas y replantearse las respuestas. Cada significado, cada interpretación. Todas las intencionenes.
El extraño viaje. El blog de Ovidio Parades.
miércoles, 2 de abril de 2025
sábado, 29 de marzo de 2025
Un plato roto
Ayer, mientras preparaba una cena ligera, me rompió un plato. Pese al engorro de tener que recoger todo aquello y alejar a Gena de allí -que enseguida se acercó maullando medio alocada, buscando algo que la sacase de su rutina-, el espectáculo era bonito. Una sucesión de diminutos cristales azules desparramados por el suelo de la cocina. No sé cómo un plato tan pequeño pudo desmenuzarse de aquella manera. Un golpe seco y, de pronto, aquel espectáculo. Cientos de cristales azules como aquellos que tintineaban en la película de Kieślowski o aquel mapa de fotografías rotas que aparecían en la de Almodóvar. Lo estuve observando un rato antes de recogerlo, encerrada ya la gata en otra habitación para evitar males mayores. Va a cumplir en breve siete años y tiene la misma energía que a los siete meses, qué gata. Quiere jugar y estar encima de nosotros a todas horas (quien dijo que los gatos, en general, eran ariscos no sabía bien de estos asuntos), pero nuestra vitalidad y estados de ánimo no son los mismos de aquel tiempo. Es lo que hay.
martes, 25 de marzo de 2025
Libros de aire
Lo nuevo de Carlos Iglesias Díez es un libro muy interesante sobre gente que escribe libros. Retratos, entrevistas. Narrativa, poesía y cine: todo se cuela entre sus páginas. La pasión del autor, en tantos nombres y ángulos compartidos por quien esto escribe. Iglesias, como buen escritor, define y permite hablar a sus colegas. Sin embargo, delicadamente, sin hacer ruido, deja entrever su voz y su sabiduría. Esa voz que, con ganas, esperamos poder escuchar muy pronto en un nuevo poemario.
jueves, 20 de marzo de 2025
Volver
Han pasado diecinueve años. Parece mentira esto del tiempo. Y otra vez el vértigo. Diecinueve años. Y allí, naturalmente, a primera hora de la tarde, estaba yo con mi madre. No sabíamos entonces que pocos meses le quedaban a aquellas maravillosas salas de cine, pero esta ya es otra historia.
lunes, 17 de marzo de 2025
Algunas cosas que han dicho sobre mis libros
Como, a diferencia de lo que hacía mi madre, ya no guardo casi nada de lo que escriben sobre mí, me sirve este invento para recordar cosas chulas que se han dicho sobre mis libros. En 2017, la librera Karmen Duna escribía esto sobre mi diario 'Los días raros'. Y el recuerdo, ciertamente, me reconforta.
martes, 11 de marzo de 2025
Aquel marzo, este marzo
Campo San Francisco. Ahí, cuando el tiempo lo permitía y esos bancos estaban pintados de un color más elegante que ese verde chillón, nos sentábamos mi madre y yo después de los paseos matutinos. Los días de aquel marzo de 2023, con mejores temperaturas, fueron los últimos que pudimos disfrutar de todo ello. El paseo, el desayuno, la charla... La parada en esos bancos antes de regresar a casa. Después, todo se detuvo. Hoy, pese al cielo despejado, ha regresado el frío y no he podido sentarme en esos bancos -tras los seis kilómetros de caminata- porque llovió mucho durante toda la noche. No importa. El paisaje en esa zona del campo a estas horas parece inamovible: ancianos que luchan con sus problemas reumáticos y se dirigen a la biblioteca a leer el periódico, una pareja de adolescentes que decidió no ir a clase para vivir una aventura de la que se creen los primeros protagonistas, una diminuta mujer latina que arrastra la silla de ruedas donde va sentada otra mujer de aspecto cansado. Nada nuevo en la pequeña ciudad. Pese a todo, nada es lo mismo. Nada, excepto en mi memoria.
lunes, 10 de marzo de 2025
Siete años sin Loli
El siete es un buen número. No sé, suena bien, dicen que trae suerte. No recuerdo que me haya pasado nada positivo o destacable ese día, si exceptuamos que la persona con la que comparto el camino desde hace 18 años nació ese día, pero me gusta. Siete. Se pronuncia rápido. S-i-e-t-e. Hay algo alegre en esa pronunciación, no sé, como si la víspera de cualquier día siete esperásemos cosas importantes, decisivas. Literatura, lo sé. Pero en algo hay que creer. Siete son los años que hace que se fue mi amiga Loli, tan de repente. Lo recordamos el otro día, cerca de su casa, buscando un poco de alivio en una copa de vino. Y volvieron sus risas, su ironía, su sentido del humor, su pensamiento, su cercanía, su manera de vestir y de estar en este mundo. Todo eso que la alejaba del resto y la hacía única. Tantas anécdotas, tantas ganas de vivir. He tenido suerte para algunas cosas, dije. He estado rodeado de mujeres excepcionales. Y también he tenido mala suerte: algunas de ellas se han ido demasiado pronto. Como mi amiga, cuya sombra no desaparece y cada vez que veo a la actual Catherine Deneuve me la recuerda. Mira, añadí, si te fijas bien, aún podemos verla caminando por esta calle: entrando en algún bar o saliendo de esos cines que ya no existen, brillando -y no exagero- como la propia Deneuve. La otra noche, sin ir más lejos, en los premios César. No era un recurso literario a lo Truman Capote. Era real. Quizá para el propio Capote, antes del recurso literario, también lo era. Siete años, eso sí que no parece real, por muy bien que suene el número o mucha suerte que traiga. Siete, se dice pronto.